Hermandad y
cofradía de la Sagrada Pasión de Ntro.
Redentor Jesucristo.
Fundada en 1531 bajo la bóveda del grandioso monasterio de
Santa María de la Merced, donde celebraba su fiesta principal solemnísima en honor de la
Purificación de Nuestra Señora.
Formaban en esta hermandad capitanes, marinos y gente de las
flotas hispanas, cual prueba el acta del cabildo congregado el diez de
Diciembre de 1573 que dice, entre otros acuerdos: otorgamos poder cumplido a
Pedro Martínez de Oñate, Mateos de Pinedo, José de Vega y al capitán Álvaro de
Valdés (deudo de Pedro de Valdés, caballero de Santiago y almirante de la Armada destinada a la guarda de la carrera y costas de las Indias Occidentales)
nuestros hermanos, para que admitan y reciban por cofrades a las personas que
quisieren, tanto oficiales como soldados, perteneciente a los galeones de la
Armada que estuvieren en cualquier parte de las Indias.
Y en el mismo año otorgaba la mesa de la hermandad otro poder
a favor al capitán Esteban de la Sal, factor y proveedor de la Armada del
Adelantado Menéndez de Avilés, capitán general de la provincia de Florida, y a
Pedro de Haro, maestre del galeón nombrado “Santiago el Menor”, para que
recibiesen y admitiesen a las personas que quisieren, residentes en las Indias,
previa observancia cabal de los mandatos de la Regla, y quedan obligados, dice
de asentar en libros los nombres de los así recibidos, para que se sepa en esta
hermandad quiénes son y los que son vivos y muertos y se pueda cobrar la
limosna que dieren por sus entradas, y las donaciones y legados de oro, plata y
otras cosas que pertenecieren a la cofradía.
De esta suerte los hermanos residentes en las Indias y
flotas de España participaban o se lucraban de las mismas gracias,
indulgencias, privilegios y perdones de que gozaban los cofrades domiciliados
en España o vecinos de Sevilla. Tuvo esta Archicofradía carácter
hispanoamericano y militar predominante. Hoy reside en el templo del Divino
Salvador de nuestra ciudad.
La imagen titular, el Jesús de la Pasión, se califica por
los críticos más severos como la obra maestra de Martínez Montañés.
Hermandad, cofradía
y colegio de los cómitres
del Rey y de la Reina.
Tuvo por patrono a San Nicolás, opulento vecino de Pátara,
ciudad de Licia y Obispo de Mira, porque se aparecía a los marinos en alta mar
y los libraba de naufragio, y por sede, un amplio edificio con hospital y
capilla en la collación de María Magdalena, “cabe la puerta de Triana, a las
espaldas de la casa de religiosas dominicas de Ntra. Señora la Madre de Dios”,
según los testimonios que nos sirven de fuente.
Gracias a estos documentos averiguamos que fueron
corporaciones distintas el colegio de los cómitres y la Universidad de
Mareantes, aquél tuvo número limitado de miembros, todos ellos capitanes de
naos meritísimos a las órdenes del almirante de la mar, mientras en la
Universidad ingresaban, como el vocablo expresa, personas de oficios y
jerarquías muy diversos, si bien dedicados a menesteres directivos o manuales
de la navegación.
Deploro no haber encontrado las Ordenanzas autenticas del famoso colegio, pero si
testimonios otorgados en los años 1490 y 1492 de asuntos idénticos a los
registrados por el doctor Muro Orejón, que voy a referir.
Bartolomé Díaz, marinero, solicitó a los cómitres, reunidos
en su hospital de San Nicolás, que examinasen sus conocimientos en el oficio,
gobierno de galera, galeota y navío, y lo provean en la vacante motivada por
muerte del cómitre de Sus Altezas Mateos González, reconocida la competencia
del susodicho, acordaron suplicar al Almirante Mayor de Castilla que lo
nombrase para el cargo pedido, como así sucedió, previa promesa del interesado
de guardar los privilegio y franqueza del gremio.
Al cabildo que celebraron el domingo 5 de agosto de 1492
asistieron los alcaldes del oficio, Luis Rodríguez de la Mezquita y Antón
Rodríguez Cabezudo; y los Cómitres o capitanes de la mar, Juan Fernández de la
Alcoba, Cristóbal de Morales, Pedro de Pineda, Pedro de Sevilla, Bartolomé
Fernández Ojo, Diego de gragea, Gonzalo Ramírez, Juan de León, Mateo Sánchez,
Juan Rodríguez Tiscareño, y algunos más, que pocas semanas después habían de
recibir la trascendental noticia de haber descubierto tierras la flotilla
dirigida por Cristóbal Colón.
El dos de Septiembre de 1492 se otorga carta de examen a
favor de Diego Rodríguez por fallecimiento de Cómitre Rodrigo Murillo; y el
once de Noviembre de 1498 se extendió el acta de otro examen de Cómitre que se
conserva en el protocolo respectivo de la escribanía número tres de Sevilla.
Durante el siglo XVI continúan los testimonios
demostrándonos que persistía el Colegio de los Cómitres ejercitando sus
actividades con esplendor, como así mismo llegaba a su mayor auge la
Universidad de Mareantes.
Es bien curiosa el acta del cabildo celebrado por los
Cómitres el primero de Enero de 1504, para elección de alcaldes y aguaciles, no
solo por la solemnidad con que revestían el acto sino porque figuran en ella
los nombres de los más famosos capitanes y pilotos que tanto contribuyeron con
su valor y pericia al descubrimiento y exploración de mares y tierras de las
Indias Occidentales: Juan de Sevilla, Bartolomé Díaz, Mateo Sánchez, Guillen
Rodríguez, Cristóbal Gutiérrez, Pedro
Fernández de la Alcoba, Diego de grajeda, Juan Díaz, Juan Rodríguez de la
Mezquita, Juan de León, Juan Cristóbal, Bartolomé Rodríguez Tiscareño, Antón
Jerónimo, Ruy García, Juan de la Puebla, Alonso García, Luis Rodríguez de la
Mezquita, Diego Sánchez, y Juan de Peñafiel entre otros.
Existe en la escribanía cuarta del Archivo de Protocolo
Hispalense una petición de los Cómitres al Consejo de la ciudad de Sevilla,
fechada el año 1509, para que los exima de pechos, conforme a sus privilegios;
y el 29 de Diciembre de 1529 confirmó la Reina Juana la merced otorgada a los
sesenta y tres Cómitres de Sevilla de llevar armas para su defensa, de día y de
noche.
Ha podido observarse que la falta de las Ordenanzas o reglas
de este Colegio y Hermandad nos priva de conocer los cultos y procesiones que
celebrarían cada año en honor de su patrono San Nicolás y de la Pasión de
Nuestro Señor.
¡Magnifico y meritorio documento, con imágenes muy buenas!
ResponderEliminarEnhorabuena, Ángel.
Saludos.