Desde Triana

Desde Triana

16 de octubre de 2011

La inquisición en Sevilla

En 1481 tuvo principio en Sevilla el Tribunal de la Santa Inquisición y luego entraron en ella los inquisidores y oficiales del Santo Oficio;La ciudad de Sevilla se dividió en dos bandos sobre el caso, unos por parte de los inquisidores y otros en contra. Lo que causó más escandalo y maravilla fue que esta opinión tocó a los poderosos y constituidos en oficios y dignidades eclesiásticas que favorecieron la parte más dañada de esta opinión.
En el año 1484 a Triana le otorgan el dudoso honor de ser sede de la siniestra institución, ya que el castillo de San Jorge es el lugar elegido para ello.
Para hacernos una idea de como se las gastaban los dichosos frailes inquisidores, eh aquí algunas recomendaciones dada a los verdugos sobre como han de aplicar los tormentos.
El tormento se ha de dar muy despacio y con moderación, según la calidad del delito, y el ministro no ha de hacer visajes a los atormentados, ni amenazas, ni se les ha de hablar palabra y, pareciendo que no conviene sea conocido, se mude el vestido y se cubra la cara, y han de tener gran advertencia los inquisidores que el ministro ate los cordeles de la mano izquierda y demás ligaduras, de suerte que no quede manco ni se le quiebre ningún hueso, y las vueltas que se dan en la mancuerda a los brazos no se han de dar una trás otra aprisa, sino que pase de una a otra tiempo de consideración, porque así se va metiendo la cuerda y labrándose, y hacen efecto, y si se dan aprisa no se sienten y vencen este tormento, y así mismo ha de ser en el tormento de la carrucha que se ha de dar muy poco a poco, porque si se levanta en la carrucha de presto, pasan aquel dolor de repente y después no lo sienten, y de puntilla se han de tener, de suerte que con dificultad toquen el suelo, en algún rato amonestándoles digan la verdad y levantados en alto se suelen decir tres misereres muy despacio y secretamente, amonestándoles que digan la verdad y, no diciendola, se baja y mándesele atar una de las pesas y se vuelve a levantar muy poco a poco, y en perdiendo la piedra el suelo se dicen dos misereres estando con ellas levantadas muy despacio y si estando en el potro o carrucha dijere le quiten de alto, que él dirá la verdad, no se debe de quitar hasta que comience a decirla, porque suelen decir la dirán y en quitandoles no la quieren decir, se podría aflojar o aliviar, pero no quitarle del todo hasta que haya acabado de confesar y satisfacer, y en comenzando a confesar se ha de salir de la cámara del tormento el diligenciero, y acabado el tormento se le dice que por justo respecto se suspende, con protección que si no dice enteramente la verdad que se continuará otro día.

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