Desde Triana

Desde Triana

14 de abril de 2013

Hermandades y Cofradías de la gente de la Mar entre los siglos XVI y XVII ( Continuación )


Hermandad y cofradía del Bienaventurado San José

Fue de los maestros carpinteros de ribera y celebraba su advocación en el monasterio de Nuestra Señora de la Victoria, de Triana. En el año 1628 pertenecían a la Junta de Gobierno de la Hermandad los prestigiosos maestros Bernardo Enrique, Francisco Amado y el mayordomo Diego Ortiz, los que se obligaron a no enseñar el oficio a ciertas personas, por las razones contenidas en el pleito que contra ellas seguían.
Andrés Izquierdo, carpintero de ribera, vendía un tributo a Censo perpetuo a la Cofradía, y en 1640 el prioste Juan Amado Bueno declara que la Hermandad sigue establecida en la iglesia conventual de Nuestra Señora de la Victoria de los Mínimos  de San Francisco de Paula.
Otra Hermandad de maestros carpinteros existió en Sevilla, intitulada del Patriarca San José. En el año 1578 otorga escritura sobre tributo de casas propias de la corporación, y en ella se puede leer que poseían hospital y capilla de su propiedad en la collación del Salvador, calle de los Manteros, y que eran sus alcaldes Diego Benítez y Alonso Rodríguez; prioste Francisco de Orozco y mayordomo Lope García, todos ellos prestigiosos maestros carpinteros.


   Hermandad y Cofradía de Ntra. Sra. de la Candelaria y San Juan
                                              Bautista.

Residió en hospital y capilla de su pertenencia en la collación de Santa María la Mayor, a los cantos del postigo que dicen de Nuestra Señora de la Antigua, y disfrutó de buen caudal y de numerosos hermanos ocupados en el tráfico marítimo con las Indias. En 1569 arrendaban casas propias de la Hermandad los miembros de la Junta de Gobierno Luis de Carvajal, Juan Martin y Juan de Ojeda, alcaldes los dos primeros y prioste el último del instituto religioso.
Las postrimerías del primitivo edificio del hospital referido, las describe las escrituras de poder de la Hermandad a favor de su mayordomo Bartolomé de Celada, el mozo, en el año 1583, para que cobrase del Prior los maravedíes en que fueron tasados el Hospital y dos posesiones anejas, que fueron incorporadas al solar y edificio que allí se labraba por mandato de su Majestad para Casa Lonja de Mercaderes de Sevilla.
Y por esto, el 29 de Mayo de aquél año, suplicaba la cofradía al Provisor del Arzobispado, que atento a que se nos quitó el hospital para meterlo en la Casa Lonja, mande que se junte la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria con las del Hospital de Santa Catalina, frontera a la Puerta del Osario, de la ciudad de Sevilla, a lo que accedió la autoridad eclesiástica.


Hermandad y Cofradía de Ntra. Sra. del Buen Viaje y Sto. Cristo
                                               Socorro.




Maestres, señores de naos y pasajeros fundaron esta Cofradía en la iglesia parroquial de Santa Ana, y Luis Melgarejo, Provisor del Arzobispado Hispalense por el Cardenal don Rodrigo de Castro aprobó la Regla primitiva el 24 de Julio de 1596, previa censura de ella confiada al R.P. Alfonso de Castro de la Compañía de Jesús, una copia de esta Regla, protocolada el seis de Abril de 1622, a petición del licenciado, presbítero y escribano de la Hermandad André Núñez, vecino de Triana, es la que se aprovecha como fuente de conocimiento.
La salida de esta Cofradía en procesión de sangre, se verificaba en la noche del Miércoles Santo, previo pago de ducado y medio por cada disciplinante, los hermanos de luz abonaban dos ducados, la misma cuota se asignaba a las mujeres de hermanos y era obligatoria para todos la limosna de cuatro ducados y una vela de a libra como cuota de entrada.
Al ingreso en la Hermandad precedía severa información de ser el aspirante cristiano viejo, y con todo entusiasmo se obligaban a elevar sus oraciones, cuando Dios envíe algún castigo, acaeciendo en Sevilla pestilencia, hambre o rigurosa esterilidad de los frutos de la tierra; cuando surgiere enfermedad grave que pusiera en peligro de muerte al Rey o Príncipe, y cuando en nuestra España hubiera muchas guerras entre el Rey y sus enemigos de que toda la cristiandad pueda padecer destrucción.
Celebraban como fiesta principal y por lo tanto solemnemente la del dos de Febrero en honor de la Purificación de Nuestra Señora y el día de Todos los Santos. El primer Domingo de cada mes se reunían en cabildo ordinario, precedido de misa rezada y de la entrega de seis reales de limosna por cada hermano para alivio de los cofrades enfermos o necesitados, y si no lo hubiera se repartían entre los enfermos de la parroquia. Resalta en esta Hermandad de penitencia un elevado espíritu patriótico e intenso amor al prójimo.
El 23 de Enero de 1600 otorgaba la Junta de Gobierno una escritura de poder a favor de Gonzalo Rodríguez, para que gestionase en el Arzobispado cuantos asuntos interesaban a la Cofradía, que vino en decadencia a fines del siglo XVII, pero sin relación alguna con la de Santa María de Buen Aire, como algunos cronistas han supuesto.
Tuvo esta Hermandad capilla propia donde veneraba a sus sagradas imágenes, sita en la nave del Evangelio de la citada parroquia de Santa Ana, en altar decorado con yeserías platerescas, entre los de San Nicolás y de la Concepción. Allí permanecieron hasta el siglo XVIII, en que extinguida la Cofradía pasaron sus efigies a la tribuna situada sobre la puerta del templo que conduce a la sacristía, cabecera de la nave de la Epístola, donde subsisten. La escultura del Señor es de traza y encarnado semejantes a los del Santísimo Cristo de la Fundación de la Hermandad de Nuestra Señora de los Ángeles, vulgo de los Negritos, por lo que se le atribuye al maestro escultor Andrés de Ocampo, que debió de ejecutarla hacia 1620, fecha de la reorganización de la Hermandad.
En cuanto a la imagen de Nuestra Señora del Buen Viaje, titular de la cofradía de gloria, se sabe que el Duque de Medina sidonia encargó la hechura al maestro escultor Gaspar de Gines: una imagen de la advocación de Nuestra Señora del Buen Viaje con su niño en un brazo y el otro dispuesto para tener una nao. La efigie tenía cuatro cuartas y media de altura, sin la peana, era de cedro y se obligó al artista a entregarla el 15 de Noviembre de 1634, en el precio de 1800 reales. Se ignora el paradero de esta escultura labrada para la Cofradía.

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