Desde Triana

Desde Triana

31 de marzo de 2012

Domingo de Ramos


Es una hora simbólica, que no se marca en ningún reloj, que no hace falta anunciarla, porque se lleva días y meses añorando. Se marca tan solo en la historia, que se renueva y se hace presente entre palmas y olivos. También la estaban reclamando, las calles, plazas y barrios y Sevilla, la ciudad ávida de convertirse en templo, mejor en catedral del mundo, con luminaria de estrellas y vigía constante de giralda, gran cirio de la ciudad que se hace símbolo de la fe que la remata.

Los ojos están ávidos, ansiosos de ver. Todo es lo mismo, tal vez muchas veces repetido ; pero no se sabe por que cada año para el Señor y la Virgen se guardan miradas nuevas para cuando empiece el desfile. Se ha puesto en marcha la cofradía, la primera que hace presencia en la calle es la del Porvenir, Victoria y Paz, fronda y parque. A continuación hace su salida casi simultánea Jesús Despojado y La Borriquita, pero Sevilla añora con emoción aquella puerta de la Iglesia de San Julián, conteniendo el aliento, cuando la virgen de La Hiniesta, con su palio sorteaba la ojiva.

Va a comenzar la danza de las horas y las luces. Estamos inmersos en la luz inefable del Domingo de Ramos, luz limpia matutina, contemplativa de bellezas, luz plena de la tarde, indispensable para las salidas de San Julián, La Estrella luz de ocasos, todas las cofradías en la calle, claroscuro en los templos. Sol radiante que espera la salida del Señor para besar su frente, los Terceros, San Roque, Jesús de las Penas, la Virgen niña de Gracia y Esperanza, cuando la tarde desvaída, se hace noche, la Virgen del Subterráneo cobra tonalidades de azul opaco.

Cualquier “paso” de misterio puede aparecer en cualquier esquina luminosa. El Señor de las Penas, sobre la alfombra de sus claveles, forma una estampa de siglos en la esquina y bajo la torre mudéjar de Santa Catalina. A esa misma hora, otra imagen del Señor de las Penas, esta cruzando el puente de Triana, esperando la crucifixión. La virgen de La Estrella llora tras sus pasos.

La tarde ha dado paso a las estrellas, y dos cofradías han puesto sus cruces de guía a las puertas de sus templos, la de La Amargura y la del Amor. La de la Amargura es la primera coronada en el Dolor. La del Amor, amor crucificado de Sevilla, en la trágica belleza de su muerte. La Virgen del Socorro escolofón de belleza, dolor y pena con que Sevilla pone fin al Domingo de Ramos